Fotografía. Plata gelatina.
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Un cacho de foto y de la obra "Lucrecia Borgia", dirigida por Alejandro Jodorowsky, 1978
Aquí estoy caracterizando una dama de la corte de Lucrecia Borgia. A mi izquierda, se ven las chichis de mi amiga y actriz Gil Cardiel. Para esa temporada, Alejandro Jodorowsky fue el director, Pablo Leder el asistente de dirección, Rafael Elizondo estuvo a cargo de la música, e Irma Serrano fue productora y actriz.
El vestuario de la obra fue diseñado también por Alejandro, con estética leather y de encueramiento, ¡todos en tanga y enseñando el cuerpo! A las chicas nos permitió decidir qué vestuarios usar para interpretar a las damas de la corte, cada quien puso de su cosecha. Yo usé un tocado de plumas de pavo real y unos tacones altísimos. Nosotras nos veíamos como "espantaculeras". Después se le ocurrió a la Serrano que nadie usara tacones, sólo ella. Quería que la obra fuera a la manera del teatro fantástico de Ernesto Alonso, que usáramos mallas como del “Cascanueces”, emulando al Renacimiento. Así que ella salía encuerada y todos los demás con ropa de época a “La bella durmiente”.
Allí iniciaron las diferencias. Se decidió hacer dos versiones, la dulce a cargo de Irma Serrano en el teatro Fru Fru y la ácida, dirigida por Jodorowsky en el Teatro Lírico. Para esta segunda versión, llamaron a la actriz Kitty de Hoyos, quien por no querer encuerarse sino usar un payasito color carne, fue sustituida por Amira Cruzat que era una vedette dedicada al cabaret y la ficha. ¡La gente quería ver una mujer encuerada! Así empezó el declive de la obra, porque se convirtió en un espectáculo vulgar y chabacano. Amira hacía un show místico, mágico y musical. No era lo mismo ver a Irma “La Venus de fuego” que a una fichera siendo actriz.